Maribel Díaz es una mujer fuerte y admirable que ha dedicado su vida al cuidado de su segundo hijo, Mathius Reyes, el menor de la familia. A pesar de tener 31 años, Mathius posee la personalidad de un niño en el cuerpo de un hombre, como suele decir su madre. Los médicos, impresionados por su resistencia, destacan la increíble fortaleza que ha demostrado frente a su difícil situación.
Desde su nacimiento, el 4 de abril de 1992, Mathius ha enfrentado serios desafíos de salud. A los diez meses, comenzó a presentar fiebres muy altas y su piel se tornaba enrojecida, algo que su madre, Maribel, consideró inusual, ya que nunca había padecido una enfermedad grave antes. Siguiendo el consejo de su madre, Maribel lo llevó al médico, pero los medicamentos recetados no surtieron efecto. Después de dos meses de buscar ayuda en diferentes centros de salud, una doctora sospechó que Mathius sufría de meningitis bacteriana, una grave inflamación de las membranas que rodean el cerebro y la médula espinal, que puede ser mortal si no se trata a tiempo.
Por recomendación de esta doctora, Mathius fue trasladado al Hospital del Niño, donde se le realizaron los exámenes pertinentes. Al confirmarse el diagnóstico, fue hospitalizado durante tres meses. Durante su estadía en el hospital, comenzó a sufrir convulsiones frecuentes, llegando a tener hasta 21 al día. Esta condición se debió al desarrollo del Síndrome de West, una rara encefalopatía epiléptica, que es una enfermedad neurológica severa cuya causa más frecuenta son las infecciones (meningitis). Para enfrentar los altos costos de los exámenes y cirugías, los padres de Mathius tuvieron que vender muchas de sus pertenencias.
A los nueve años, Mathius se sometió a una lobectomía, una compleja cirugía que duró seis horas, en la que le removieron el hemisferio derecho del cerebro. Según los médicos, de no haberse realizado la operación, el hemisferio izquierdo habría sido afectado, lo que lo hubiera dejado en estado vegetativo. Tras la operación, el número de convulsiones disminuyó considerablemente. Para evitar que quedara un espacio vacío en su cráneo, los médicos colocaron esponjas en el lado derecho de su cabeza y una válvula que drena el líquido de las meninges hasta la vejiga, como medida preventiva ante una posible hidrocefalia.
A lo largo de su vida, Mathius ha dependido de su madre, Maribel, para sus necesidades diarias. Mientras su padre, Máximo, trabaja, Maribel lo asiste en su higiene personal, le corta el cabello y las uñas, y le da de comer, ya que Mathius no tiene el control físico necesario para realizar estas actividades por sí mismo.
Aunque su infancia no fue como la de otros niños, sus padres han hecho todo lo posible para darle una vida plena. Mathius recibió educación especializada en la Fundación Mary Arias, de la cual tuvo que retirarse al exceder el límite de edad. Luego fue inscrito en el Instituto Panameño de Habilitación Especial (IPHE), donde permaneció menos de dos años, ya que no logró adaptarse al entorno. Desde entonces, ha estado bajo el cuidado constante de Maribel, quien lo considera un milagro y admira su valentía para superar innumerables obstáculos con una fuerza impresionante.
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