Una amistad diferente

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Sajoni Cho

En 2016, cuando comenzaba el año escolar, me sentía muy feliz porque empezaría el kínder. Recuerdo que era un niño muy tímido, y estaba asustado porque me enfrentaba a un ambiente nuevo, al que no estaba acostumbrado.

El salón de clases, estaba dividido en tres mesas. Observé que había más niñas que niños. Noté que en una de las mesas estaba un niño solo, sin compañeros. Esto me llamó mucho la atención, así que me acerqué y me senté a su lado.

Era un apasionado de los tiburones y los dinosaurios, siempre dibujándolos o moldeándolos con masilla. Se entretenía tanto con eso que no prestaba mucha atención a lo que sucedía a su alrededor, lo cual afectaba su rendimiento en clase.

Con el paso de los días, a pesar de todo, nos fuimos conociendo y llegamos a ser muy buenos amigos. Ese niño se llamaba Jadhiel. Así transcurrió rápidamente el año escolar, y al finalizar, nos despedimos con alegría.

Al año siguiente, nos tocó cursar el primer grado juntos, otra vez en el mismo salón, por cosas del destino.

Jadhiel había sido diagnosticado con déficit de atención, hiperactividad y ansiedad, lo que dificultaba su aprendizaje. Para manejar un poco esta situación, tomaba medicamentos que lo ayudaban a concentrarse.

Su mamá trabajaba y tenía una hermana menor que también necesitaba atención, lo que dificultaba la situación. Preocupada por el aprendizaje de su hijo, le pidió a mi mamá que yo le ayudara con las tareas que enviaba la maestra. Entonces, solía estar más atento en clase y copiaba lo que la docente decía, mientras que Jadhiel, debido a su condición, no siempre se enteraba de los deberes.

Con el paso del tiempo, comprendí mejor a Jadhiel, y nuestra amistad se fue fortaleciendo. Estudiábamos juntos, hacíamos las tareas y jugábamos en equipo. Más adelante, además del diagnóstico que ya tenía, le detectaron dislexia.

Llegué a conocerlo tan bien que descubrí que era un niño convencional como cualquier otro que solo necesitaba una atención especial.

Permanecimos juntos hasta el tercer grado, pero luego llegó la pandemia, y su mamá tomó la difícil decisión de cambiarlo de escuela, ya que no podía estar pendiente de las clases virtuales. Unos tíos se hicieron cargo de él, pues necesitaba mucho apoyo en casa. A medida que fue creciendo, Jadhiel logró controlar un poco más su condición, y hoy en día sigue estudiando; ya cursa el séptimo grado y mantiene su deseo de superarse.

Esta amistad ha marcado mi personalidad, dejándome una huella imborrable: todos somos especiales, aunque seamos diferentes, y aunque algunos puedan rechazarnos, siempre habrá alguien dispuesto a ayudarnos.

La amistad con Jadhiel ha sido una experiencia inolvidable e inspiradora en mi vida.

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